viernes, 7 de diciembre de 2012

La odisea de Alex North

   No cabe duda de que una de las películas más icónicas de la historia del cine es "2001, una odisea en el espacio", dirigida en 1968 por Stanley Kubrick. Éste decidió utilizar para el film fragmentos de composiciones clásicas, entre las que destacan especialmente la obertura de "Así habló Zaratustra" de Richard Straus, o el vals de "El Danubio Azul" de Johan Strauss hijo.




   Pero Kubrick jugó muy sucio durante la producción de esta película. Independientemente del indudable resultado final, con un lenguaje fílmico transgresor y una puesta en escena impactante, el director neoyorquino despreció y humilló a uno de los más importantes compositores de música para cine no sólo de la época sino de todos los tiempos: Alex North, con quien, para colmo, ya había trabajado antes en la película Espartaco, creando para ella una magistral banda sonora.

   Stanley Kubrick tuvo muy claro desde el principio que quería utilizar música clásica para su película, pero los productores de la Metro Goldwyn Mayer no querían extravagancias e insistieron en que se debía componer un score para el film. De hecho propusieron a Alex North como primera opción. Kubrick no sólo no se negó en rotundo, sino que él mismo se puso en contacto con el compositor de Pensilvania para que escribiera la música, música que no tenía ninguna intención de utilizar. 

   Alex North estuvo componiendo a marchas forzadas para tener el trabajo a tiempo, con graves problemas de salud (iba a las grabaciones en ambulancia), pero se las arregló para escribir una preciosa y sugerente banda sonora. Cuando llevaba compuesta música para más o menos la primera mitad del film, cuenta Alex que estuvo durante varios días esperando nuevas imágenes para continuar con su trabajo. Tras una larga espera, Kubrick le informó de que no hacía falta que compusiera nada más, pues pretendía utilizar efectos de respiración para ambientar la última parte del film. Imaginaos su sorpresa cuando fue a la premier y descubrió que toda su música había sido simplemente ignorada, y en su lugar había piezas de Richard Strauss, Johan Strauss o Gyorgy Ligeti. No es de extrañar que después de eso ningún compositor quisiera trabajar con el director neoyorquino.

   Esta banda sonora estuvo perdida durante décadas, hasta que, poco antes de morir, North le pidió a su amigo Jerry Goldsmith que la rescatara. Y así fue como en 1993 el propio Goldsmith dirigió a la "National Philarmonic Orchestra" y produjo la grabación del score, que vería la luz poco después de la muerte de su compositor y sería años después objeto de una reedición.



   Es interesante imaginar cómo hubieran quedado algunos de los momentos más memorables de esta película atemporal con una música compuesta explícitamente para ella, pero más interesante aún es escuchar una composición de indudable valor musical per se, aunque sólo sea como acto de genuina justicia.

   Todos tenemos en mente la fascinante secuencia inicial con la música de Richard Strauss "Así habló Zaratustra". Esta obertura suena también en la famosa escena en la que la inteligencia irrumpe en la mente de un primate que golpea unos huesos con otro a modo de arma, y también en el plano final del film. Alex North compuso un tema inspirado en esta obertura también para la escena del primate




   North compone un interesantísimo tema introductorio para los primates, un sugerente adagio que sirve de presentación a un misterioso mundo primigenio. Hay que recordar que en el montaje final Kubrick deja sin música toda la parte de los primates hasta la escena de los huesos.




    Como muestra del carácter descriptivo de la partitura de North, vemos cómo la música nos traslada a un mundo salvaje y árido en el corte "The Bluff", rodeados de metales y poderosos timbales. Es curioso cómo recuerda esta estructura a la que el propio Jerry Goldsmith compuso para "El planeta de los Simios" ese mismo año.




   Para la primera secuencia espacial, Kubrick nos propuso un fabuloso vals entre una lanzadera y la gigantesca estación rotatoria donde debe atracar. Aunque la música de Johan Strauss se me antoja insustituible, Alex creó su propia danza, un tema de corte más alegre, donde las cuerdas mecen en un vals ligero a los ingrávidos pasajeros de la lanzadera.




   El último fragmento compuesto por Alex North para la película, y para mi tal vez el más interesante, es una inquietante melodía con acompañamiento vocal, que iba a ambientar la secuencia de el viaje por la superficie de la luna y la aparición del monolito lunar. Una magnífica pieza, misteriosa y fascinante.




    Es una suerte que Alex North se decidiera a compartir este trabajo maldito con los aficcionados a la música sinfónica en general y a la de cine en particular. Y es que aunque "2001: Una odisea en el espacio" es una de las mejores películas de la historia del cine, y aunque creo que la visión de Kubrick respecto al score del film es antológica, el trabajo de Alex North es una pequeña obra de arte que ha sido injustamente despreciada, y su autor humillado de forma innoble por un director que, al margen de su innegable talento, tuvo una carrera llena de excentricidades y desplantes hacia la gente que le rodeaba. Espero que por lo menos la edición de este disco por parte de "Intrada Special Collection" sirva en parte para reparar tamaña afrenta.

3 comentarios:

  1. Este es uno de los post más interesantes que he leído últimamente. Me gusta mucho lo que compuso Alex North y me parece muy injusto lo que hizo Kubrick con él. No habla muy bien de él... Era un poco peculiar. Enhorabuena por el post.

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  2. Fantástica obra,tanto a nivel visual como musical...
    El gran David Bedford llegó a decir que hubiera dado todo lo que sabía de música(que era mucho,pero mucho...)por haber podido realizar la BSO de este clásico atemporal...

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  3. Precisamente "The star's end", de David Bedford, me recuerda mucho a la música del último acto de "2001, una odisea en el espacio". Curiosamente "The Star's End" está inspirada en la obra de otro grande de la ciencia ficción. Si 2001 está basada en un relato corto de Arthur C. Clark (El Centinela; la novela, la película y la saga vendrían después), "The Star's End" está inspirada, al parecer, en la obra de Isaac Asimov "Segunda Fundación", la última parte de la trilogía original sobre la psicohistoria de Hari Seldon.

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