jueves, 29 de mayo de 2014

Una música para mentes y androides

    Que James Horner es uno de esos valores seguros de Hollywood capaz que solventar la papeleta a un director de cine en cuestión de semanas es innegable, pero parece que cada vez lo hace más a base no tanto de reinventarse como sencillamente de reciclarse. Cuesta escuchar cualquier banda sonora de su época post-Titanic sin tener la sensación de que está realizada a partir de retales de composiciones suyas anteriores, lo cual no parece importar en lo más mínimo ni a los productores, ni a los directores ni a los miembros de la academia. El otrora compositor de excelsos scores como los de Proyecto Brainstorm, Star Trek II, Willow o Braveheart ha caído víctima de una autocomplacencia dentro de la cual los grandes estudios se muestran especialmente cómodos, como hemos podido comprobar en trabajos como Apocalypto o la más reciente Avatar. La cuestión que subyace bajo esto es la paradoja de encontrarnos con trabajos fundamentalmente idénticos, pero que tienen distintas acogidas en función del film en el que se encuentra enmarcado, lo que llega a provocar situaciones llamativas e incluso injusticias flagrantes que dejan en evidencia la supuesta objetividad de la Academia de Hollywood (aunque la objetividad de esta última está en clarísima evidencia desde el momento en que ninguno de los maravillosos trabajos de Ennio Morricone ha sido galardonado con un oscar).

    En cualquier caso, Horner ha seguido dando pinceladas maestras entre tanto brochazo, y tan sólo dos años después del galardonadísimo naufragio más famoso de la historia, Chris Columbus contó con él para que pusiera la música a la infravalorada película "El hombre bicentenario", film basado en un relato de Isaac Asimov perteneciente a su saga sobre robots. El largometraje no tuvo una buena acogida: La nefasta campaña publicitaria hacía presagiar una comedia de Robin Williams cuando en realidad se trataba de un melodrama algo almibarado y el film acabó pasando bastante desapercibido, incluyendo el magnífico tema creado por James Horner para sus títulos de crédito.



    A pesar del poco reconocimiento del film del director de Pensilvania, que tan sólo optó a una estatuilla al mejor maquillaje, Horner debió acabar bastante satisfecho de su trabajo. Tanto es así que decidió volverlo a utilizar practicamente tal cual, dos años después, para el largometraje de Ron Howard "Una mente maravillosa"



    Esta vez sí, la película, también almibarada pero algo más tramposa, fue un éxito de crítica y público, y la misma composición que dos años antes había sido completamente ignorada obtuvo una candidatura al mejor score original, galardón que consiguió Howard Shore por la primera parte de la trilogía de "El Señor de los Anillos". Si es que ya sabemos que reciclar es bueno...


    

2 comentarios:

  1. Madre mía, la pista esa de Una Mente Maravillosa es igualica, igualica. Qué caradura. Y mira que el hombre ha sido capaz de componer verdaderas maravillas, pero la pereza le puede.

    ResponderEliminar
  2. que cara tiene el colega, brother, que cara tiene

    ResponderEliminar