lunes, 20 de mayo de 2013

Cuéntame una de piratas

   El género de piratas, que ha dado grandes joyas al cine de aventuras, se ha visto revitalizado en esta última década gracias a la saga  protagonizada por Jonny Depp, "Piratas del Caribe", inspirada en una atracción del mundialmente famoso parque de atracciones Disney World. Así el estudio del creador del ratón más famoso del mundo toma el testigo de títulos clásicos como "El temible Burlón" o "Capitan Blood", películas atemporales llenas de romanticismo, llenas de acción, llenas de aventuras y, sobre todo, llenas de abrumadoras lagunas históricas.

   Pero sería un error pensar que las películas de piratas había desaparecido completamente desde la época de Burt Lancaster hasta la llegada de Jack Sparrow y el capitán Barbosa. Si bien ésta ha sido la más exitosa de las recientes aproximaciones al género, hay otros films que con anterioridad intentaron, con menor fortuna, trasladar las gestas de estos hombres de baja estofa moral a la gran pantalla. En cualquier caso, el trabajo realizado en los scores, que a fin de cuentas es lo que interesa en este blog por encima de otras cuestiones, son partituras sobresalientes que lamentablemente carecen de la popularidad de la música creada por la factoría Zimmer para "La Maldición de la Perla Negra" y sus secuelas.

   Bucaneros, corsarios y demás rufianes prácticamente habían abandonado las pantallas de cine desde la década de los cincuenta, y no fue hasta mediados de los 90 cuando se intentó una resurrección del género sin demasiada fortuna, con el film "La isla de las Cabezas Cortadas". El director elegido para el film fue el finlandés Renny Harlin, quien no dudó entregarle el papel protagonista a la que por entonces era su esposa, Geena Davies.
   El responsable de la banda sonora sería en este caso el inglés David Arnold, pero a última hora el trabajo recayó sobre el compositor John Debney, músico californiano que se había labrado su carrera en producciones televisivas como Star Trek o Sea Quest, y cuyo mayor trabajo hasta la fecha había sido la banda sonora para la película "Hocus Pocus, el retorno de las brujas". Con este escaso bagaje a sus espaldas (aunque el score de Hocus Pocus es un producto notable), Debney cogió a la orquesta filarmónica de Londres y compuso un magnífico score, grandioso, heroico, fiel a los cánones del género. Exquisitamente estructurada, sin ninguna duda la composición del californiano es lo mejor de la floja película del finlandés.

   El tema principal es un ejemplo de majestuosidad, con un acertado uso de percusiones y metales acompañados por coros que remarcan la épica que toda gran aventura debe tener mientras las trompetas y resto de metales marcan el Leit motiv que acompañará diferentes pasajes del film.



   A lo largo del metraje este tema principal se repite en diferentes ocasiones, algunas de forma más briosas y otras más emotivas, desembocando en una vorágine orquestal durante la batalla final del film. La culminación de este tour de force da paso a otro de los cortes más dramáticos de la película, que tiene por nombre "Dawg's Demise/The Triumph", uno de los momentos más inspirados de toda la banda sonora. Un auténtico colofón final para una de las mejores bandas sonoras de aventuras de los 90.




   La isla de las Cabezas Cortadas, mastodóntica produción de casi 100 millones de dólares, fue un sonoro fracaso de taquilla que llevó a la quiebra a su productora, Carolco pictures Inc., pasando a encabezar, junto con Cleopatra, la lista de películas que más dinero han perdido en la historia del cine. No es de extrañar por tanto que banderas negras, parches, loros y patas de palo quedaran en barbecho durante casi una década. Sin embargo, en 2003 los piratas regresaron, y lo hicieron por partida doble: "Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra" y "Simbad: La leyenda de los Siete Mares", película esta última de animación producida por Dreamworks.

   Ambas produccones se estrenaron casi simultáneamente y, a pesar del espectacular éxito de la película de Disney, la cinta del pirata de las mil y una noches obtuvo un buen rendimiento en taquilla.

   La entretenida película de la productora de Spielberg contó con un excepcional trabajo del compositor británico Harry Gregson Williams, quien dos años antes había firmado, junto a John Powell, el magnífico score de Shrek.

   El tema principal del film aparece desde el primer fantástico corte. Al igual que John Debney, Williams consigue una música poderosa y evocadora, que describe perfectamente al marinero ladrón reconvertido en heroe a la fuerza. Podemos escuchar cómo el Leit Motiv entra con fuerza hacia la mitad de la pista para acompañar al protagonista durante los principales acompañamientos musicales del film, en una acertadísima fanfarria de corte clásico.



   Tal vez el más interesante momento de la banda sonora de ésta película es el que acompaña el encuentro con las temibles sirenas. Aquí Williams nos regala una sugerente composición donde destaca el ingenioso uso de las voces femeninas, absolutas protagonistas en su llamada a los desesperados marineros que luchan contra la oscura seducción de las míticas criaturas.



   El trabajo del compositor londinense, pese a sus muchísimas virtudes, parece haber sido algo eclipsado, junto al resto de la producción de Simbad, la leyenda de los Siete Mares, por el abrumador éxito de la cinta de Disney.

   Piratas Del Caribe se estrenó cinco días antes que la película de Simbad, y arrasó las taquillas de medio mundo. La cinta estaba dirigida por Gore Verbinski y producida por Garry Bruckheimer (Armagedon, Con Air, La Roca...).

   La pegadiza banda sonora está firmada por Klaus Badelt, colaborador de Hans Zimmer en Gladiator o La Roca. De hecho, aunque Badelt fue el responsable del score, el sonido Zimmer es inconfundible a lo largo de toda la cinta.



  Si bien es innegable la rotundidad del tema principal de esta banda sonora, todo un éxito de ventas, también hay que decir que Badelt no consigue una obra de suficiente empaque. De hecho la escucha por separado del score puede volverse una labor un tanto fatigosa, debido en parte a las grandes reminiscencias en las escenas de acción (no creo que sirva la misma música para una persecución en coche por las calles de San Francisco que para  una batalla de las legiones romanas o para un combate contra unos piratas que sufren una maldición), así como ciertas estridencias que salpican la partitura más efectistas que efectivas. 

   Así las cosas, fue el propio Hans Zimmer quien se responsabilizó de las composiciones para las siguientes películas de la saga, "La maldición del hombre muerto" y "Piratas del Caribe en el fin del mundo".
   Aunque el compositor alemán consigue un trabajo mucho más satisfactorio en la segunda entrega de la saga, no es hasta la tercera donde nos da una auténtica muestra de su innegable maestría. Hablamos de un corte concreto del score de la tercera película, una ejemplo de talento destilado que explica por qué el compositor nacido en Fráncfort está considerado a día de hoy como uno de los más firmes valores en composición para música de cine. El corte se llama "Up is Down".



   Una pieza absolutamente soberbia, sin ninguna duda lo mejor de toda la música escrita para la saga de Sparrow.

lunes, 13 de mayo de 2013

Dos minutos de gloria

   Que Ennio Morricone es uno de los más grandes compositores de la historia del cine es algo que nadie puede negar. Curiosamente, nunca ha ganado un oscar por ninguna de sus obras, sino tan sólo uno honorífico a toda su carrera.

   Uno de los casos más sangrantes tal vez sea el sublime score que Morricone compuso para la película de 1986 "La Misión". En esa ocasión, el oscar a la mejor banda sonora se la llevo la compuesta para la cinta "Round Midnignt" (Alrededor de media noche), un drama musical que (a mi parecer) injustamente consiguió llevarse el oscar pese a competir tanto con el trabajo del compositor italiano como con el magnífico score que ese mismo año compuso Leonard Rosenman para la cuarta parte de la saga galáctica "Star Trek".



   La banda sonora de La Misión es uno de los mejores trabajos del músico de Roma, una obra redonda y magistral de principio a fin. Pero entre todos los maravillosos momentos que nos da, por encima de oboes, por encima de misas, por encima de coros, hay un pasaje de absoluta belleza, un crescendo mágico que remonta una catarata. Dos minutos de gloria.